En la última lección del Seminario 23, intitulada por Jacques-Alain Miller, “La escritura del ego”, Lacan afirma que el nudo borromeo -designado por “nudo bo”- “cambia completamente el sentido de la escritura”: él da a la escritura “una autonomía” cuya notabilidad se destaca debido a la existencia de “otra escritura”, resultante “de lo que se pudiera llamar una precipitación del significante”1LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23: O sinthoma (1975-76). Río de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2007, p. 140. Aclaro que, en francés, noeud bo (“nudo bo”) es homofónico la “Nebo”, término que designa el Monte en el que Moisés, según Iahvéh, iría a morir.. Resalto, para retomarlo más adelante, el hecho sorprendente de que, en esta lección, Lacan no sólo utilice un término -“ego”- que, a lo largo de su enseñanza, fue objeto de desconfianza y de cuestionamiento, sino que también recupere, de un modo elogioso, la concepción de “autonomía” que, particularmente en la vertiente formada por la “Psicología del Ego”, tuvo incidencias muy discutibles sobre el psicoanálisis.
La lluvia significante ya había sido tematizada antes, en “Lituraterra”2LACAN, Jacques. Lituraterra (1971). In: ––––. Outros escritos. Río de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2003, p. 15-25., como la que, perforando las nubes, se precipita, como una escritura que provoca truncamientos, erosiones, no menos escriturales, sobre la tierra. En este mismo texto, Lacan recurre a la letra para dar cuerpo al litoral entre el saber y el goce, entre el dominio del significante y el dominio de lo que es vivo y recortado, marcado por la precipitación significante. Así, es esta escritura resultante de la precipitación del significante sobre lo vivo que tendrá su sentido completamente cambiado por el nudo borromeo y, si Lacan habla, en el Seminario 23, de una ganancia de “autonomía”, es porque tal escritura o, más precisamente, el propio nudo borromeo, corporificando el “sinthoma”, no se hace para el servicio del Nombre-del-Padre: la escritura del “nudo bo”, sirviéndose del padre, puede prescindir de él. Tras afirmar que tal nudo cambia el sentido de la escritura, Lacan lo designa como demostrativo de la diferencia radical entre la escritura (aquella advenida de la precipitación significante) y “lo que se modula en la voz”3LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 141.. Para elucidar esta diferencia, diría que, efectivamente, la escritura del nudo borromeo, al realizar la modulación de la voz, nos permite, como afirma Lacan, “enganchar los significantes”4LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 141. en cuanto que la otra escritura resulta de la caída, de la precipitación, de la lluvia de los significantes. El sentido de escritura es el mismo, modificado, pues ‘caer’ es muy diferente de ‘enganchar’. Esa modificación me parece aún más decisiva porque, además del enganche de los significantes, la escritura del nudo borromeo, sostiene un “hueso”, el “huesobjeto [osbjet] que Lacan reduce al “pequeño a … precisamente para marcar que la letra, en ese caso, solamente atestigua la intrusión de una escritura como otro [autre], [escrito] con una pequeña a [en francés]”5LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 141..
Así, la modulación de la voz efectuada en el nudo borromeo es la operación que me parece responde a dos cuestiones que, en VII Congreso de la Escuela Brasileña de Psicoanálisis (EBP), dedicado a la preparación del VI Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), fueron formuladas aproximadamente en los siguientes términos: Si el psicótico trae, como nos señaló Lacan, el objeto a en el bolsillo, la clínica lacaniana de las psicosis ¿promovería una extracción de este objeto? Localizar el goce, en el tratamiento de la psicosis, ¿implicaría una extracción del objeto a, aunque en un marco diferente del que es característico de las neurosis?
No es gratuito que, en una lección dedicada a la “escritura del ego”, Lacan hable de “precipitación” o “caída de los significantes”, “enganche de los significantes” e “intrusión”, a partir del a como “huesobjeto”, “de una escritura como un pequeño otro”. Desde la primera lección del Seminario 23, el arte de Joyce es presentado como suplencia de la carencia del padre porque deshace “lo que se impone del síntoma…, la verdad”6LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 23.. En la sexta lección, la verdad que se impone como síntoma es evidenciada por la psicosis que un paciente entrevistado por Lacan, e incluso la hija de Joyce, vivieron como “palabras impuestas”: la forclusión del Nombre-del-Padre puede hacer que los significantes se precipiten como una tormenta, cuya fuerza es capaz de provocar avalanchas terribles en la tierra inestable donde un psicótico busca equilibrarse. Así, si Joyce no zozobra en su propia psicosis, es porque en su texto -que Lacan considera como “todo hecho como un nudo borromeo”7LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 149,-, él engancha los significantes, modula ese huesobjeto que puede tomar la dimensión de la voz, cierra el goce tornándolo opaco al sentido. Y si, al inicio de la última lección del Seminario 23, Lacan dice que esta modulación compone una escritura que es tan intrusa como un pequeño otro, es porque, a continuación, él nos mostrará como ella es “esencial” al ego8LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 143. de Joyce.
La asimilación del ego a una escritura intrusa resultante de la modulación de la voz da al ego una connotación muy diferente de las que fueron duramente criticadas por Lacan: en vez de ser corregido y enmarcado (por el llamado “superego”), él corrige y enmarca; en vez de sufrir la intrusión (del que fue designado “id” o incluso del propio “superego”) es él mismo el elemento extraño, el intruso. En un primer momento, esta diferencia se aclara, en el caso de Joyce, por el modo en que este escritor refiere “el marco” a “una relación por lo menos de homonimia, como si pretendiera contar con la imagen”9LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 144. –es lo que vamos a encontrar, por ejemplo, en las tablas de correspondencias que lo ayudó a concebir Ulises, o en la moldura de corcho (cork) elegida para una foto de la ciudad de Cork.
Pero otra elucidación de esta diferencia se da con la lectura lacaniana de una cita de Retrato del artista adolecente, referente a un episodio ocurrido con el propio Joyce, en la infancia: debido a preferencias literarias diferentes de las de sus colegas y mucho menos convencionales, Stephen Dedalus, personaje que Lacan nos enseña a leer como “Joyce en la medida en que descifra el propio enigma”10LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 67., es objeto de una zurra. La relación con el cuerpo golpeado no aparece en la forma de rencor o rabia de los agresores, ni de una satisfacción masoquista, mucho menos de un narcisismo: el cuerpo es despojado de la violencia “tan fácilmente como un fruto es despojado de su cáscara madura y suave”11JOYCE, James. Um retrato do artista quando jovem (1914). Traducción de Bernardina Silveira Pinheiro. Río de Janeiro: Siciliano, 1992, p. 87. En castellano: Retrato del artista adolescente.. Ahora bien, el psicoanálisis circunscribe el ego como la “imagen” que alguien hace de sí mismo como “cuerpo propio”; es un cuerpo del que no es fácil al parlêtre (por lo menos aquel no tomado por la psicosis) despojarse, sobre todo cuando él sufre la intrusión de otros, por ejemplo, como una zurra.
En las psicosis, el despojamiento del cuerpo, del ego, puede tomar formas que, por ejemplo, van desde la despreocupación con los mínimos cuidados de la llamada “higiene personal” hasta esa preocupación excesiva por la “apariencia personal” que, en muchos casos diagnosticados como Trastorno Dismórfico Corporal (Body Dysmorphic disorde), pueden hacer que el cuerpo sea recortado por innumerables formas de cirugía plástica o incluso por auto-mutilaciones. Pero si los psicóticos pueden soportar tal despojamiento del cuerpo, del ego, es porque no dejan ese huesobjeto, que Lacan llamó objeto a y que ellos consideran como ellos mismos; es, también, porque el narcisismo comporta un peso del que el hablante ser -tomado o no por la psicosis- no consigue librarse totalmente: con la pequeña a como huesobjeto, los psicóticos se hacen un cuerpo y buscan contraponerse a los significantes que la forclusión del Nombre-del-Padre hace precipitar sobre ellos. “En lo que atañe al habla”, sostiene Lacan, “no se puede decir que alguna cosa no era, para Joyce, impuesta”12LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 93.. Un ejemplo particularmente elucidativo de esta imposición del habla puede ser leído en una carta que este escritor, algunos meses después de la muerte del padre y abalado por la psicosis de la hija, dirige a Miss Weaver, su amiga y mecenas. Refiriéndose al modo como la voz del padre lo afectaba, Joyce relata: “me parece que su voz, de algún modo, entró en mi cuerpo o en mi garganta. Últimamente más que nunca – especialmente cuando suspiro”13Carta de James Joyce a Harriet Weaver, 22 de julio de 1932. Cf. ELLMANN, Richard. Letter of James Joyce, v. III. London: Faber and Faber, 1966, p. 250..
Si la presencia de la voz del padre en el cuerpo o en la garganta se hacía notar “últimamente más que nunca”, es porque, antes de que Joyce tuviera que confrontarse con el agujero resaltado por la muerte del padre, tal voz ya lo asolaba14Ellmann, en la biografía consagrada a James Joyce, llega a hablar de un “dominio retórico paterno”. Cf. ELLMANN. Richard. James Joyce (1959). Traducción de Lya Luft. Río de Janeiro: Globo, 1989, p. 366-367.. Pero, la psicosis ordinaria de Joyce es extraordinaria porque nos presenta otra solución diferente de las que ordinariamente encontramos en muchos casos de psicosis y que, con Lacan, yo llamaría “modulación de la voz”. Jacques-Alain Miller afirma que el nudo borromeo cambia radicalmente el sentido de la escritura porque “desacopla (découple) la escritura del habla”15MILLER, Jacques-Alain. Pièces détachées. La Cause Freudienne. Paris, n. 61, p. 137, noviembre 2005.. Este desacoplamiento es lo que la escritura de Joyce también realiza. Cierta vez, indagado por el amigo Frank Budgen sobre cómo iba Ulises, respondió que había trabajado mucho y que llegó a escribir dos frases. Tal amigo, frente a la discrepancia entre la cantidad de trabajo y lo que fue producido, le pregunta si estaba procurando alcanzar el mot juste; y recibe de Joyce la siguiente respuesta: “ya tengo las palabras. Lo que estoy buscando es el perfecto orden de las palabras en la frase. Hay un orden apropiado cada vez”16-Cf. BUDGEN, Frank. James Joyce and the making of Ulysses. Bloomington & London: Indiana University Press, 1967, 4th edition, p. 20..
Este orden que Joyce busca no es aquel que hace Flaubert, del mot juste determinado por el Nombre-del-Padre, ni el orden de hierro con el que la forclusión de este significante fundamental puede hacer precipitar los significantes sobre el parlêtre tomado por la psicosis. Se trata del orden sintomático por el que Joyce torna opaco el goce que, en la imposición del habla, es una avalancha de “yo oigocesentido (j’ouis-sens)”17LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 71. “J’ouïs-sens”, en francés, es homófono de jouissance (“goce”).. Así, en vez de “descifrar su síntoma”, tal como hacen habitualmente los psicóticos frente a lo que les deja perplejos, Joyce “prefirió cifrarlo de otro modo”18MILLER, Jacques-Alain. Pièces détachées. La Cause Freudienne. París, n. 63, p. 139, juin 2006.: asolado por la polifonía del habla, él la descompone modulando la voz, enlazando los significantes, buscando, para cada frase, el orden propio que su trabajo incansable e innovador como escritor permite corporificar.
Traducción: Maria Aparecida Fernández.
Revisión: Adriana Testa e Sérgio Laia
- 1LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23: O sinthoma (1975-76). Río de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2007, p. 140. Aclaro que, en francés, noeud bo (“nudo bo”) es homofónico la “Nebo”, término que designa el Monte en el que Moisés, según Iahvéh, iría a morir.
- 2LACAN, Jacques. Lituraterra (1971). In: ––––. Outros escritos. Río de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2003, p. 15-25.
- 3LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 141.
- 4LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 141.
- 5LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 141.
- 6LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 23.
- 7LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 149,
- 8LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 143.
- 9LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 144.
- 10LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 67.
- 11JOYCE, James. Um retrato do artista quando jovem (1914). Traducción de Bernardina Silveira Pinheiro. Río de Janeiro: Siciliano, 1992, p. 87. En castellano: Retrato del artista adolescente.
- 12LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 93.
- 13Carta de James Joyce a Harriet Weaver, 22 de julio de 1932. Cf. ELLMANN, Richard. Letter of James Joyce, v. III. London: Faber and Faber, 1966, p. 250.
- 14Ellmann, en la biografía consagrada a James Joyce, llega a hablar de un “dominio retórico paterno”. Cf. ELLMANN. Richard. James Joyce (1959). Traducción de Lya Luft. Río de Janeiro: Globo, 1989, p. 366-367.
- 15MILLER, Jacques-Alain. Pièces détachées. La Cause Freudienne. Paris, n. 61, p. 137, noviembre 2005.
- 16-Cf. BUDGEN, Frank. James Joyce and the making of Ulysses. Bloomington & London: Indiana University Press, 1967, 4th edition, p. 20.
- 17LACAN, Jacques. O Seminário. Livro 23…, p. 71. “J’ouïs-sens”, en francés, es homófono de jouissance (“goce”).
- 18MILLER, Jacques-Alain. Pièces détachées. La Cause Freudienne. París, n. 63, p. 139, juin 2006.