El objeto de la pulsión invocante
Este objeto lacaniano, al igual que los otros, es un vacío y no un pedazo de cuerpo. Sin embargo, no podemos situar la voz sino es en relación al cuerpo, más precisamente a sus bordes, cuando se cruzan con la palabra hablada, escrita o del pensamiento. En lo que de ese encuentro se pierde, allí se recorta la voz. Ella habita el cuerpo y el lenguaje, sin “ser” ni lo uno ni lo otro. Es soporte de la cadena significante, y también de su evanescencia: precisamente, si podemos captar algo de este objeto es cuando la significación tambalea, cuando la voz no está “pacificada” por los significados, cuando éstos no alcanzan a jugar el juego de lo simbólico, en el silencio pulsional, cuando se bordea lo indecible, cuando aparece lo unheimlich.
Voz y superyó
Lacan ejemplifica la función del objeto voz con un elemento: el shofar. Un instrumento hecho con el cuerno del animal sacrificado en lugar del hijo de Abraham, a quien el ángel detuvo en el momento en que iba a cumplir la voluntad de este dios que le pedía matar a su hijo. Ese animal tomó el lugar del hijo en el sacrificio, y con uno de sus restos, con ese cuerno, se hizo un instrumento que se usó en la alianza de dios con el pueblo. Antes de dar a conocer la ley, Moisés hizo sonar el shofar, desecho del sacrificio.
Un objeto resto del cuerpo ofrecido al goce y las palabras de la ley. Cuerpo y palabras en un instrumento, un intermediario necesario entre “la voz de Dios” y los hombres. El sonido del shofar se sustrae de todas las sonoridades a las que está acostumbrado nuestro oído, y sirve para evocar la voz bajo una forma separada del cuerpo. Además, cada vez que suena, recuerda al pueblo, en el sentido de la repetición freudiana, el pacto, la alianza, pero particularmente el sacrificio ofrecido al deseo del dios y a su goce.
¿Cómo entender esa ligadura entre el objeto voz y el superyó? Freud planteó al superyó como heredero del complejo de Edipo, ligado al Ideal. Pero más adelante, en el “Malestar en la cultura”1Sigmund Freud. “El malestar en la cultura.” (1913) Las Obras completas de Sigmund Freud. Volumen 21. Buenos Aires. Editorial Amorrortu, 1992. los separa, y ubica el Ideal del lado de Eros y al superyó lo liga al Tánatos, porque en tanto ley que rige la moral, es coercitivo, caprichoso, tiene un empuje mortificante, es pulsión de muerte.
Lacan distingue el objeto voz en el piso inferior del grafo del deseo2Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 10: La angustia. Buenos Aires. Ediciones Paidós, 2006. Pág. 317., ligándolo al superyó. Sustituye, en la serie de los objetos, a la voz por el superyó y nos dice que el superyó es una de las formas del objeto a. También en el seminario de la angustia, señala el carácter parasitario de la voz, en la “forma de los imperativos interrumpidos del superyó.”3Idem. Pág. 272.
La voz, nos enseña además Lacan, se incorpora, no se asimila. Por lo cual, en cuanto a la voz, no se trata de la semántica, de las significaciones, sino de lo que luego va a llamar goce.
Una joven brillante en sus estudios, que cursa su 2do. año de doctorado, consulta: Siento que no puedo hacer nada bien. Siento que no alcanzo nada. Siempre hay que hacer más. Escribo el diario de campo y lo quiero hacer perfecto. Mi mamá no nos exigía… yo era tímida, era querer ser parte de algo. Sentía que tenía que ser una buena niña. Ahora me angustia cada vez que llama el director del doctorado.
El ser parlante está radicalmente -por la misma intromisión del significante- sometido al superyó, lo que se constata en la división contra sí mismo que experimenta. El trauma de la incorporación del órgano del lenguaje produce la división. Esa voz de lo indecible, áfona, se incorpora a los bordes del cuerpo, como un modo de llenar el agujero. En el intento siempre vano de llenarlo, cada cual pone su sentido de goce a eso que está perdido irremediablemente. Desde el Seminario 16, Lacan ya no piensa al superyó en sentido figurativo, imaginario, ni como un personaje, ni como una instancia psíquica. El superyó es la voz-objeto que “en la durcharbeitung (traducida como asociación libre) de la experiencia analítica, aparece en los efectos de volver siempre al mismo lugar”4Marie-H. Brousse. El superyó. Del ideal al objeto. Colección Grulla. Publicación del CIEC. Noviembre 2010.. En esa repetición -Freud luego la llamó compulsión de repetición- podemos encontrar el ¡goza! del superyó. Entonces el peligro no está en lo que se prohíbe sino, como lo situábamos respecto de la voz de Dios, en que el superyó es una voz que, sin decir nada, exige más y más: en algunos casos renuncias y sacrificios, en otros satisfacciones, pero siempre sin límites.
Otra joven injuriada por su madre, quien la llama puta, consulta porque no puede más: estoy cansada de querer conformar a la gente, no enfrentar. Tengo miedo de quedarme sola. En su vida todo era sacrificio, carrera infinita, habitada por un goce, un “algo” que la inquietaba permanentemente y a lo que respondía siempre con el sí de la obediencia.
Lacan resalta esa posición de docilidad que tiene el ser hablante respecto de la voz, respecto del superyó. Somos dóciles a una voz que no dice nada. Por lo cual la experiencia del análisis, como tratamiento del superyó, se interpone vía el deseo del analista, para producir un vacío. Así, por la experiencia de hablar a un analista, ese modo de gozar con el que cada quien llenó esa voz que resuena en el vacío del propio cuerpo, puede ser deshecho, es decir desanudado.
Bibliografía
-Aleman, Jorge. “La voz”. Clase del Seminario Psicoanálisis y pensamiento contemporáneo. Consecuencias. Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento. http://www.revconsecuencias.com.ar
-Brousse, Marie-H. El superyó. Del ideal al objeto. Colección Grulla. Publicación del CIEC. Noviembre 2010. -Brousse, Marie-H. “Objetos extraños, objetos inmateriales: ¿por qué Lacan incluye la voz y la mirada en la serie de los objetos freudianos?”. La lúnula del CIEC. Revista virtual. www.cieccordoba.com.ar
-Freud, Sigmund. “El malestar en la cultura.” (1913) Las Obras completas de Sigmund Freud. Volumen 21. Buenos Aires. Editorial Amorrortu, 1992.
-Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 10: La angustia. Buenos Aires. Ediciones Paidós, 2006. -Miller, Jacques-A. “Una lectura del seminario De un Otro al otro”. Revista Freudiana 56. Barcelona. 2009.
-Miller, Jacques-A. “Jacques Lacan y la voz”. Colección Orientación Lacaniana. EOL. 1997.
-Najles, Ana Ruth. “¿Con qué objeto se habla?” Scilicet Los objetos a en la experiencia analítica.
- 1Sigmund Freud. “El malestar en la cultura.” (1913) Las Obras completas de Sigmund Freud. Volumen 21. Buenos Aires. Editorial Amorrortu, 1992.
- 2Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 10: La angustia. Buenos Aires. Ediciones Paidós, 2006. Pág. 317.
- 3Idem. Pág. 272.
- 4Marie-H. Brousse. El superyó. Del ideal al objeto. Colección Grulla. Publicación del CIEC. Noviembre 2010.