En el siglo XXI aún se muere de hambre o de exceso de comida. Cada vez más, la comida es objeto corriente del discurso en nuestra cultura, incluso una obsesión. Slow food, junk food, healthy food. Alimentos de origen controlado, de denominación protegida, de producción biológica. Y no podemos olvidar a los master-chefs que compiten en los programas de televisión, a los food designer, diseñadores de alimentos que seducen con sus creaciones artísticas. En 2010, la First Lady Michelle Obama lanza su Let’s move, ella misma baila, corre y salta animadamente para promover la campaña de alimentación sana y movimiento. Muy pronto, la Casa Blanca establece el programa Healthy, Hunger-Free Kids Act. Una respuesta del gobierno para reducir los casos de obesidad infantil.
La medida proporciona una dieta, igual para todos, de 850 calorías por día. La comida chatarra (junk food) da paso a una alimentación sana (healthy food), fruta y verdura. Las protestas estudiantiles no faltan. El video We are hungry constituye una primera crítica al control gubernamental. Incluso el presidente de los Estados Unidos se hace promotor de la campaña. En You Tube lo vemos correr, durante las pausas de trabajo, acompañado por su Vice, por los corredores de la Casa Blanca. Al finalizar, estiramiento y un saludable vaso de agua. Michelle Obama afirma en una entrevista que apareció en los periódicos hace un mes: “Siempre hemos sabido que la obesidad infantil es una seria cuestión de salud pública. Además de la dimensión sanitaria, es también un serio problema económico: Gastamos aproximadamente U$S 190 millones al año para curar las enfermedades relacionadas con esta condición física”. La alarma por las consecuencias en la salud y la necesidad de reducir el gasto público empuja a los Estados a promover campañas de información que proponen el estilo de vida apropiado. Se cree, en efecto, que un estilo de vida saludable, es decir, una dieta rica en fibras y baja en grasas, unida a una actividad física constante, puede reducir o incluso eliminar el problema del sobrepeso y la obesidad. La Organización Mundial de la Salud ha declarado el estado de “epidemia mundial silenciosa”. Los datos estadísticos evidencian que hay un aumento constante de la obesidad y el sobrepeso. Más de dos mil millones de personas obesas en el mundo. La epidemia se extiende y no sólo en los llamados países desarrollados sino también en los países en desarrollo.
La revista Nature publica en marzo un descubrimiento increíble: se ha encontrado finalmente el gen IRX3, responsable del control de la masa de grasa en el cuerpo. Es importante recordar que en el DSM V la obesidad brilla por su ausencia. El BED (binge eating disorders) y el Trastorno por Alimentación Incontrolada, ocupan en cambio un lugar prominente. Los atracones sin práctica evacuativa posterior (vómitos, laxantes, diuréticos) y la pérdida de control, no poder dejar de comer o controlar qué y cuánto se come, son los criterios fundamentales del diagnóstico. El BED se relaciona con las adicciones, en particular, la comida se convierte en una sustancia, objeto- alimento-medicamento. La obesidad, por lo tanto, no se considera una enfermedad mental, sino una enfermedad multifactorial somática, definida por el índice de masa corporal (BMI) mayor o igual a treinta. De lo que resulta que es una enfermedad que pone en juego el conocimiento médico. En los casos más severos se utiliza la cirugía. Se opera sobre lo real del cuerpo. Las técnicas de tipo gastrorestrictivo son cada vez más sofisticadas: balón intragástrico, vendaje, la gastroplastia en banda, naso-gástrico vertical. Pero un poco de resistencia a estos tratamientos empieza a insinuarse.
¿Y qué es lo que el psicoanálisis tiene que decir de esta “epidemia silenciosa” que constituye para el siglo XXI un desafío no sólo para las políticas sanitarias y económicas de los Estados, sino también para los psicoanalistas?
La obesidad se vuelve manifiesto del goce autístico que caracteriza nuestra contemporaneidad.
Jacques-Alain Miller recuerda que “Ahora se trata de dejar atrás el siglo XX; dejarlo detrás para aggiornar nuestra práctica, en un mundo que también ha sido profundamente reestructurado por dos factores históricos, dos discursos: el discurso de la ciencia y el discurso del capitalismo” 1Miller, J.-A. “Un real para el siglo XXI.” Scilicet. Buenos Aires: Grama. 2014. p. 19. En un mundo dominado por el discurso científico que cada vez más reivindica que “hay saber en lo real” promoviendo la homologación, el discurso psicoanalítico introduce una subversión al decir con Lacan que “no hay saber en lo real”. Lo real, inventado por Lacan, no es el real de la ciencia sino “agujero en el saber, incluso en el real” 2Lacan, J. El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Buenos Aires: Paidós. 2006. p. 135. . Y Miller nos invita a “explorar otra dimensión, la de la defensa contra el real sin ley y fuera de sentido”. El psicoanalista en el siglo XXI opera a partir del “real sin ley” 3Miller, J.A. “Un real para el siglo XXI”. p. 24. introduce y muestra la diferencia absoluta inscripta en lo real singular de cada uno.
La actual epidemia de obesidad y de anorexia-bulimia evidencia cómo el “malestar en la cultura” contemporánea produce síntomas donde lo que está en juego es el real del cuerpo. Cuerpo esquelético, martirizado, obsceno, descartable, basura, maltratado, deformado. Un goce sin límite, opaco y sin sentido, goce desregulado en la bulimia, goce de la privación en la anorexia, goce del exceso que en la obesidad jaquea la práctica y la acción de la palabra sobre el cuerpo.
La obesidad se hace sierva del discurso capitalista, pone a trabajar la ciencia médica, y hace evidente “lo real sin ley.” El consumo voraz del objeto-alimento, el consumo sin límite que deforma el cuerpo muestra la obscenidad, la obscenidad de ese imperativo al goce que reina soberano. El atracón se celebra en soledad, se consuma fuera del Convivio. El cuerpo, monstruo- deforme, evidencia el horror y produce angustia en el Otro. ¿No es acaso el mismo impasse que la anorexia saca a la luz? Se puede quizás hipotetizar que ambas son caras de la misma moneda. El cuerpo delgado se ajusta al Ideal social, produce aceptación, el cuerpo obeso rechazo, se hace basura, resto. Pero el espectro de la pulsión de muerte es el trasfondo de ambos.
Alienación-separación
Jacques-Alain Miller indica una clasificación de los síntomas contemporáneos a partir de la alienación y la separación. La anorexia se manifiesta en el “no”, un no que no produce la separación, “el rechazo del Otro” 4 Miller J.-A.- Laurent, E.El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós. 2005.. La obesidad se manifiesta en el “sí”, en lo imposible de la separación, en la total alienación a la voluntad de Otro. Quizás ambos nos demuestran de una manera diferente, que “no hay nada que pueda “satisfacer y colmar”. El “comer nada” y el “comer todo” ponen en evidencia “el estatuto autoerótico de la pulsión (…) lo cual significa que el objeto pequeño a, es al mismo tiempo lo que sirve a la pulsión en tanto autoerótica, así como lo que se debe ir a buscar en el Otro” 5Ibídem. p. 31-32.. Jacques Lacan, en el Seminario 11, retomó la gramática freudiana sobre las pulsiones avanzando con la introducción del “hacerse”. Freud insiste en el activo- pasivo de la pulsión (comer-ser comido, ver-ser visto o mirar-ser mirado). Lacan introduce el movimiento circular, para hacer hincapié en que siempre hay un movimiento activo que se traduce en “hacerse” pegar, comer, mirar. De alguna manera se utiliza al Otro para “hacerse” comer, mirar, pegar. La pulsión introduce al Otro. Freud y Lacan destacan que “en lo que concierne a la pulsión oral (….) no es la boca que devora. Es la boca que se besaría a sí misma. Es más bien en la contracción muscular de la boca, es en la autosucción (…) la pulsión oral no es lo que se come. La pulsión oral es el objeto que permite a la boca gozar de sí misma” 6 Ibíd. p.30.. Por lo tanto “no es lo que se come” y mucho menos la cantidad que se come. Hay algo que escapa a la ciencia de la alimentación y a las campañas de prevención. ¿Cómo detener esta autosucción sin límite que deja fuera al Otro, que pone en jaque el saber? Para decirlo con Lacan, la anorexia y la obesidad muestran que “lo que rige el saber no es el deseo, sino el horror” 7Lacan, J. “Seminario 21. Les non-dupes errent”. Clase del 9 abril de 1974. Inédito. . La voracidad, el goce sin límite, la preocupación constante de lo que se comerá hace que la masa grasa corporal caiga en el olvido y que los problemas de salud sean negados. Pero no podemos generalizar. La práctica nos enseña que la obesidad se declina en plural. La obesidad es un fenómeno que puede funcionar como defensa en el caso de la psicosis, donde la masa corporal se convierte en una barrera para mantener a raya al Otro. En el caso de la neurosis, en cambio, funciona como una defensa contra el deseo, o como un rechazo de la femineidad. Así es que podemos dividir la obesidad a partir de la gramática de la pulsión: comer como compensación, para recuperar el objeto perdido, o para no ser devorados por el Otro. En el primer caso se trata de perturbar la defensa, haciendo surgir la angustia para poner en marcha el inconsciente y la cadena significante. En el segundo caso, en cambio, hay que negociar con el Otro devorador, “tenemos que inventar lo que pueda conducir a la interpretación como separación del Otro” 8Laurent, E. “La interpretación ordinaria”. Revista El C.
Traducción de Laura Rizzo y Renée Girardi
- 1Miller, J.-A. “Un real para el siglo XXI.” Scilicet. Buenos Aires: Grama. 2014. p. 19.
- 2Lacan, J. El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Buenos Aires: Paidós. 2006. p. 135.
- 3Miller, J.A. “Un real para el siglo XXI”. p. 24.
- 4Miller J.-A.- Laurent, E.El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós. 2005.
- 5Ibídem. p. 31-32.
- 6Ibíd. p.30.
- 7Lacan, J. “Seminario 21. Les non-dupes errent”. Clase del 9 abril de 1974. Inédito.
- 8Laurent, E. “La interpretación ordinaria”. Revista El C