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Circuitos PulsionalesNúmero 3

Histeria y trastornos alimentarios

Por 22/04/2015 marzo 24th, 2020 No Comments

Para abordar el tema de la oralidad-all inclusive partiremos de la referencia freudiana, aunque Freud no la aborda de forma directa. Observamos una aproximación con el tema de los trastornos alimentarios, cuando  nos describe cuadros neurasténicos y de neurosis de angustia, ambos inscritos en lo que él llamó neurosis actuales para distinguirlos de las psiconeurosis.

Los síntomas en las neurosis actuales no se constituyen como satisfacción sustitutiva, pero sí cortocircuitan la vía de lo Simbólico, siendo menos pasible de interpretación. Se hace necesario distinguir los síntomas producto del retorno de lo reprimido, como en el caso de las somatizaciones histéricas, con clara demanda al Otro, de los síntomas que cortocircuitan la vía de lo simbólico y que constituyen síntomas “mudos”. (Seidinger; 2014: 138)

Abordar el tema de la histeria a partir de la doctrina del Uno nos permitirá no solamente retomar lo que Lacan convino nombrar como síntoma freudiano clásico, sino también verificar qué nuevas perspectivas hay en cuadros de histeria compatibles con los síntomas mudos.

Desarrollaré este punto de la enseñanza de Lacan del Seminario 19, pero forzando las líneas de congruencia con los Seminarios 18, 22, 23 y 24 y con la conferencia “Consideraciones sobre la histeria” de 1976.

De la lectura clásica de la histeria podemos rescatar varios momentos en que Lacan discierne lo que la histérica articula en materia de hacerse todohombre, pues, dice Lacan, “ella es tan capaz de hacerlo como el propio todohombre, a saber, por la imaginación”. Y agrega: “si por casualidad le interesa la relación sexual, es preciso que se interese en este tercer elemento, el falo” (Lacan; 1970-71: 132). Desde Freud, el síntoma histérico es un síntoma que habla, portador de un sentido, que se fundamenta en el amor al padre.

Llevado a la doctrina del Uno, ¿podríamos decir que en el Seminario 18 Lacan propone otra lectura de la histeria? Marie-Hélène Brousse señala allí que la resurrección de la histérica, nos conduce a definir el falo como semblante y a aproximar lo imposible de la relacion sexual. Según Lacan, “A la pregunta ¿Qué es la histérica?, el discurso del analista responde Ya lo verán –si la siguen adonde ella nos conduce” (1970-71: 157). Y lo que resulta del tratamiento es el abandono de la enunciacion “toda mujer” para llegar a advenir como ‘una’ mujer (Brousse; 2002), una vez que afirma “toda mujer es la enunciación con que se decide la histérica como sujeto, y que por eso una mujer es solidaria de un nomásdeuno que propiamente la ubica en esta lógica (…)”. Si la neurosis histérica es hacer consistir  “LA mujer”, “toda su política se direcciona a lo que llamo tener al menos uno.” (Lacan; 1970-71: 144). Eric Laurent, por su parte, nos viene al auxílio con otra preciosa referencia de Lacan, la del Seminario 23, donde postula una nueva posición del falo, que corresponde al lugar de la falacia, un falo como semblante y que da testimonio de lo real, que por encontrarse fuera de la metáfora paterna permite a Lacan, por este sesgo igualmente, retomar la histeria. (Laurent; 2012) La diferencia entre el falo de los Escritos y este que Lacan propone en el Seminario 23, un falo fuera de la metáfora paterna, introduce la histeria sin su partenaire, sin el sentido, cuando “(…) la histeria es siempre dos, en fin, desde Freud.” (Lacan; 1975-76: 104). Eric Laurent, al traer esta referencia, aclara que la nueva perspectiva es de una histeria que se sostiene sola. Él retoma las palabras de Lacan al señalar que falta un elemento que fue agregado hace algún tiempo… a saber: cómo debe ser comprendida. Esa histeria sin el dos, sin su partenaire intérprete, es lo que Lacan designa como histeria rígida. Una histeria sin este interpretante que es el Nombre-del-Padre es una histeria que se mantiene enteramente sola. Y explicita el término rígido como advenido de la cadena borromeana rígida, aunque no haya ahí rigidez, apenas en el sentido que se mantiene sola, unida, “un modo del sujeto en que no hay necesidad de un redondel suplementario, el Nombre-del-Padre” (Laurent: 2012). Si la histeria no se comprende más, entonces perdemos las balizas clásicas sobre el síntoma histérico portador de un sentido.

J-A Miller localiza en el Seminario 19 el cambio de rumbo en la enseñanza de Lacan, pues anteriormente Lacan había dado el privilegio al Otro. Es en el Seminario 19 que insiste en lo que separa S1 de S2, dejando atrás el binario; la doctrina del Uno rechaza el binario, volviéndose valiosa la referencia a los neoplatónicos en el momento en que se avanza en la cuestión de lo real en la experiencia analítica, que es lo que el Seminario 19 representa.

En este sentido, la histérica rígida estaría fuera de los parámetros del síntoma histérico cuya política se dirige, como dice Lacan, a lo que el llama tener al menos uno, haciendo consistir LA Mujer. La otra lectura de la histeria incide en la dirección del tratamiento que no pretendería la perpetuación del ‘dos’ con la histeria, es decir, un estancamiento en torno del eterno sentido a dar a su síntoma.

Así entiendo que con la ‘histeria rígida’ se trataría de una perspectiva del discurso analítico en el final de análisis, como el abandono de la enunciación del “toda mujer” citado anteriormente, escapando a la “política de la neurosis que, apoyándose en las posibilidades ofrecidas por la tendencia perversa del deseo masculino en hacer consistir ‘LA Mujer’, pretende hacer consistir la posicion de ‘toda mujer’ y sirve, de este modo, al ‘todo hombre’ (Laurent: 2012). Se podría, de esta forma, llegar a este “Otro para ella misma” (Lacan; 1960: 711), una especie de no-todo que para mí, o sea en mi pase [ex-AE/2010-12] se traducía por un “no-toda para el Uno”.

En “Consideraciones sobre la histeria” de 1977, Lacan evoca la dificuldad de hablar de lo real, diciendo que “(…) implica la evacuación completa del sentido y por lo tanto la nuestra, en tanto interpretante.” Mientras tanto, prescindir del analista no es prescindir del análisis, siempre que permanecemos analizantes.

Tratar la histeria a partir de la doctrina del Uno nos lleva al tema del final de análisis, que, a su vez, rescata el tratamiento posible de los síntomas no clásicamente freudianos, los llamados síntomas mudos, forma con que se presentan los trastornos alimentarios.

Traducción: Josefina Elías
Versión no revisada por el autor.

 


Bibliografía
Lacan, J. (1960) “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina” Escritos II. Méjico: Siglo XXI. 1998.
Lacan, J. “Consideraciones sobre la histeria” 26/02/1977. Texto establecido por J.-A. Miller. Revista Quarto N° 90. 1981
Lacan, J. (1970-1971). El Seminario. Libro 18: De un discurso que no fuera del semblante. Buenos Aires: Paidós. 2009.
Lacan, J. (1975-76). El Seminario. Libro 23: El sinthome. Buenos Aires: Paidós. 2008.
Laurent; E. (2012) “Hablar con el cuerpo. Hablar con el propio síntoma”. Argumento VI ENAPOL. En: http://www.enapol.com. Posteado el 16/12/14.
Brousse, M.-H. “Muerte y resurrección de la histeria”. Revista Virtualia N° 6. Revista Digital de la EOL. Junio-julio 2002.
Seidinger, Flávia Machado. Significados psicológicos del abandono del tratamiento ambulatorio en los trastornos alimentarios desde la visión de los pacientes: un estudio clínico-cualitativo. 2014. 138p. Disertación (maestria) – Universidade Estadual de Campinas, Faculdade de Ciências Médicas, Campinas, SP