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Número 3Psicoanálisis y Arte

Las gordinas y las papinas

Por 22/04/2015 marzo 24th, 2020 No Comments

Entrevista a Silvina Sanmartino

La Lúnula: ¿Cómo se juega la pulsión en tu obra?

Silvina: A mí siempre me sorprende cuando frente a una pintura, me preguntan qué quise decir. Nunca sé qué quise decir, o que quiere decir la obra. Si, puedo reconocer que la pintura es un modo para mí de tratar la angustia y el enigma de lo femenino. Ese es el tema que se repite bajo distintas técnicas, formatos o nombres, esto me  permite bordear algo de ese enigma: lo femenino, el cuerpo de la mujer, la mirada.

Para responder, voy a situarme en una entrevista que recojo de un texto de Ana Lucía Lutterbach Holck, publicado en Enigmas del Cuerpo N°3, titulada, “Sublimación No sin el cuerpo”. La cito: “En Lacan, hay en la sublimación una paradojal satisfacción de las pulsiones, esto es, las pulsiones son desviadas no del objeto sino de su objetivo, o sea, se trata de otra satisfacción. Enfatiza así, no el objeto sino el cambio en sí mismo. Y nos dice que el  ejemplo   de sublimación del Seminario 7 es la frase extraída por Lacan del Apocalipsis: “Toma el libro y cómelo”.

La Lúnula: ¿Cómo concebirías lo real en tú obra? Podrías ubicar el traumatismo en tu pintura ?

Silvina: La serie que hoy publica La Lúnula Nº 3, Oralidad, all- inclusive nace del encuentro con la contingencia, ante la sugerencia  de experimentar, que propone quien dirigía el taller de pintura, hace años, y mi trabajo en torno a la textura de la piel, me interesaba hacer una serie donde la textura de la piel se mostrara,  me encuentro con la piel de la papa y me lanzo en esa búsqueda.
Así llego a la serie Las Papas, esto a su vez coincide con el momento del nombramiento del papa argentino. Esta serie me dio esa satisfacción un tratamiento a la ironía por la algarabía del Vaticano, y mi interés en esa textura.
Este interés por la textura de la piel ingresa al análisis más tarde, ligado  a un síntoma en el cuerpo, localizado en mi piel.

En esta vía reconozco que la pintura o el dibujo le lleva la delantera al inconsciente, en esa vertiente. En otra vertiente, el análisis me permite situar- una vez despejado el ideal del estudio de las bellas artes-  a situar que lo traumático se produce frente a  la tela en blanco, frente al vacío.

La Lúnula: ¿Cómo se anuda la pintura a tu experiencia analítica?

Silvina: Pinto desde siempre, desde muy chica dibujo, de hecho iba a talleres de dibujo y pintura, y ese es un recuerdo infantil muy vívido, los olores, los colores del taller, el nombre de mi maestra…

Mucho tiempo después inicio estudios de Bellas Artes acá, en  la Universidad de Córdoba, pero en el segundo año de arte me inscribo en Psicología. Pintar estaba acompañado de una fuerte inhibición, que hoy puede situar como la pintura unida al ideal del estudio de las bellas artes. Pasan veinte años, ya en análisis y frente al acontecimiento de la muerte de mi padre, me inscribo en un taller de pintura, con la condición de solo dibujar, cosa que no se sostuvo, consentí rápidamente al pedido del profesor, para la próxima trae oleos y un lienzo… Así surgen las primeras Gordinas.

La Lúnula: ¿Gordinas, es un neologismo?

Silvina: Gordinas es producto de un lapsus. Cuando La Lúnula me hace esta invitación a participar, dije Gordinas, que casi todas las pinturas son unas Gordinas simpáticas. Pero ese no es el nombre de ninguna de mis pinturas, ni de la serie. Sin embargo, ese lapsus nombra muy bien las figuras femeninas que ilustro o pinto.