Los síntomas dicen de la manera en que una época vive la pulsión. En la infancia podemos ubicar también estos síntomas, que en el caso de la temática que nos ocupa en esta edición de la revista, estarían referidos a cómo se presenta la pulsión oral. Éstos se pueden manifestar en trastornos de alimentación, que pueden llegar en muchos casos a presentarse como anorexia y bulimia, en dificultades en el aprender, lo que denominamos anorexia mental, en las afonías y ciertos mutismos, etc.
Lacan en el Seminario 11 ubica el movimiento circular de la pulsión y nos enseña que el cuerpo propio está al principio y al final del circuito pulsional, que sus zonas erógenas son la fuente de la pulsión y que es ese el lugar donde se produce la satisfacción, el lugar del goce autoerótico de la pulsión. Con este circuito que produce el “hacerse” nos demuestra también que la pulsión es siempre activa. De este modo podemos ver que el hacerse comer, chupar, morder, se distingue de ser comido, chupado o mordido, lo que significa que la verdadera actividad es la del sujeto y que éste instrumenta el accionar del Otro.
La pulsión en el Seminario 11 introduce al Otro, es un llamado a algo que está en el Otro, ese algo es el objeto a, ese objeto perdido y lo devuelve al campo del sujeto. La pulsión entonces busca en el Otro ese objeto que se separó de ella. Lacan nos muestra con el seno que éste no pertenece al Otro materno. Este seno, nos dice, corresponde al cuerpo del bebé.
¿Dónde se encuentra la satisfacción entonces? Lacan la ubica en el bucle de la pulsión. Con respecto a la pulsión oral nos enseña que la satisfacción no es la boca que come, ni el objeto que se introduce, sino la boca que se besaría a sí misma. La pulsión oral permite a la boca gozar de sí misma, el objeto oral es sólo el medio para obtener el autochupado. La pulsión es un circuito autoerótico que sólo se engarza por medio del objeto y del Otro.
En esta perspectiva, la pulsión misma empuja al campo del Otro donde encuentra los semblantes necesarios para mantener su autoerotismo. El campo del Otro se extiende hasta el campo de la cultura donde se inventan los modos de gozar que son formas de vivir la pulsión.
Guy Trobas nos decía en su Conferencia dictada en la UNC que con respecto a la articulación muy primaria entre la pulsión y el Otro, observamos hoy algo muy nuevo, “las modificaciones en acción de los modos de presencia del Otro en nuestra contemporaneidad no son sin efectos sobre las articulaciones pulsionales, o sea sobre la sexualidad infantil”. (Trobas;18)
La práctica con niños
En lo que respecta a mi práctica con niños escucho cada vez más la angustia y la impotencia que producen en los padres, las dificultades o los síntomas que tienen que ver con la desregulación de la pulsión. Muchos niños de bebé han rechazado el seno materno, otros la leche indicada por el pediatra o el uso de la mamadera o el chupete. Este rechazo al Otro, en muchos casos, toma la forma de una anorexia. Esta respuesta sintomática que implica un modo de ubicarse con respecto al deseo, lo podemos situar del lado de la separación del Otro: decir que no a la madre que alimenta.
Otros por el contrario no paran de comer, engullendo todo lo que les dan, hasta robando de la heladera o alacena con las consecuencias de un exceso de peso que conlleva síntomas en su salud (altos grados de colesterol y glucemia) y en el lazo con sus pares por la discriminación que padecen. Estos comportamientos manifiestan una cierta forma de bulimia que nos dice de un modo de alienación al Otro. Síntomas que dicen de un lazo fuerte que se conmueve en algunos casos con accesos de vómitos, que han llevado a algunos niños a ser hospitalizados. También se evidencia un uso prolongado de objetos para satisfacerse como los diferentes tipos de chupetes, que luego pasan a golosinas especialmente diseñadas para ello.
Otros niños producen un mutismo decidido, particularmente fuera del hogar, lo que desespera a los maestros ya que no se deciden a encontrar el buen modo de evaluarlos. En algunos casos sólo gritan y lloran para demandar insistentemente aquello que parecería ser el único fin de su vida, al que rápidamente olvidan cuando lo consiguen.
¿Cómo podemos leer estas manifestaciones sintomáticas?
Voy a tomar dos lecturas que se articulan y que tocan el campo del Otro y el campo de la pulsión en esta época.
Una es de Guy Trobas. En la conferencia antes citada señala que frente a la decadencia del padre surge la ideología de la felicidad, por lo cual está “prohibido prohibir”; por otro lado el mito de la madre buena y la culpa de muchas mujeres que están mucho tiempo fuera del hogar, producen el consiguiente rechazo de la frustración con las consecuencias en los niños para no soportar ningún no. “Es en la dialéctica de la frustración –con las escansiones sucesivas de las limitaciones, de las prohibiciones – que se van a determinar los desplazamientos de los objetos de placer y de goce y que se van a articular al deseo del Otro” (Trobas; 26). Podemos leer que esta forma de presencia y posición del Otro paterno y materno tiene sus consecuencias en el modo de gozar de sus hijos, que lejos de orientarse y regularse se desbocan produciendo muchos de los síntomas antes descriptos.
Otra lectura de J.-A Miller en el Curso El Otro que no existe y sus comités de ética, señala que tanto en la anorexia como en la bulimia “se percibe que la verdad de la relación con el gran Otro es que equivale al objeto a, A=a” (379). Esta verdad responde a la época de la inexistencia del gran Otro donde algunos niños frente al desorden de lo simbólico y a la primacía de lo real, “realizan” el objeto a reduciendo su ser a un goce mortificante con las consecuencias sobre su cuerpo, sus lazos y el saber. La verdad de la castración es que para gozar hay que pasar por el Otro y ceder goce; si esa cesión no se puede realizar el sujeto queda inmerso en un goce autista.
Una invención sintomática
La respuesta sintomática que produce lalengua sobre el cuerpo deja marcas que dicen del modo en que cada uno goza. El niño cuenta con su invención sintomática y sus ficciones que son el modo que tiene de construir su fantasma y responder no sólo a la precariedad del Otro sino a las manifestaciones que se producen en su cuerpo. Esta invención puede ser acompañada por el campo de la cultura, que es donde se inventan los semblantes, los modos de gozar que satisfacen a la pulsión. En la actualidad muchos niños toman prestado de películas, de elementos y aparatos tecnológicos, de actividades deportivas los recursos que les permiten tratar su sufrimiento subjetivo.
El analista es un instrumento privilegiado del que el niño puede hacer uso para leer su modo de vivir la pulsión. La presencia del analista orientado por lo real le brinda al sujeto el lugar posible para que busque allí el objeto que lo causa, pudiendo identificar su modo de goce.
Un niño de 9 años es traído a la consulta por su gran temor a que lo mordiera un perro, por lo cual evitaba salir de su casa prefiriendo quedarse encerrado tragando todo tipo de enciclopedias y jugando solo con su computadora. Sus padres profesionales e investigadores universitarios sólo se alarmaron frente a la angustia que este niño manifestaba cuando tenía que salir de su casa a jugar y por ciertos accesos de rabia incontrolables. Su fobia manifestaba un goce solitario que se satisfacía en creerse el niño que más sabia de su grado lo que le ocasionaba gran dificultad para relacionarse con sus pares a los que rechazaba manifiestamente por inquietos y agresivos. Como consecuencia se hacía rechazar cada vez el mismo. Este niño no había podido encontrar una manera de vivir que pudiera anudar su modo de goce y su lazo con los otros. El trabajo analítico le posibilitó reconocer en el “traga”, un modo de satisfacción solitario con los efectos que lo apartaban del lazo social. Al identificarse con este modo de goce, que también era una nominación que recibía de sus compañeros, pudo encontrar con el analista, otro uso que le permitió ceder la satisfacción solitaria, “ayudar a sus compañeros porque es el que más sabe” y recibir de ellos ya no un rechazo sino un reconocimiento que tuvo efectos en su fobia. Ahora sólo teme a los perros grandes y desconocidos.
Bibliografia
– Trobas, G. “¿Qué es lo nuevo en la sexalidad infantil?” La pareja fundada en el amor. Coleccion Grulla . Córdoba: Ind. Nacional. Servicios gráficos. 2009.
– Miller, J.-A.- Laurent, E. El Otro que no existe y sus comités de ética. Bs. As.: Paidós. 2005.