Abstract
En el año 2020, el Centro de Investigación y Estudios Clínicos (CIEC) decide crear un Dispositivo de Emergencia de atención clínica en el marco de la pandemia del Covid19. El Comité Editorial de La Lúnula quiso dar a conocer en este número esta experiencia aún en curso. Lo que publicamos a continuación es un extracto de la entrevista realizada a la Responsable del Área Clínica Claudia Lijtinstens; junto a los aportes que por escrito nos hicieron llegar quienes participan de la misma, entre los que se encuentran Admisores, Coordinadores de Ateneos y Practicantes.
Comité Editorial (CE): ¿Podrías contarnos cómo es este Dispositivo de Emergencia y que los llevó a crearlo?
Claudia Lijtinstens (CL): Este dispositivo significó una respuesta política frente a lo tan imprevisto como imperativo que se comenzó a atravesar, e implicó a todas las instancias del Ciec y el Área Clínica en su conjunto, su Responsable, Admisores, y cada Coordinador de Ateneo Clínico, impulsándonos a inventar una salida a la ciudad que implicara una respuesta que anudara a su vez política, clínica y ética.
Este dispositivo tenía como propósito dos aspectos importantes: uno, reinstalar el psicoanálisis aplicado en la ciudad bajo estas circunstancias tan restrictivas. El Ciec es un referente en la comunidad y por ello debía ensayar una respuesta a la altura de la época; y, por otro lado, el aspecto de la formación, planteando un espacio inédito como dispositivo clínico mismo; es por ello que se transmitió a los practicantes que en ese momento estaban participando en la atención desde cada uno de los Ateneos Clínicos, la posibilidad de sumarse a esta instancia.
La puesta en marcha de esta iniciativa presentó una inscripción y una pragmática paradojal, tanto como el psicoanálisis mismo. Esa costado heteropráctico, de herejía con respecto a otros dispositivos que en ese momento se propusieron como ofertas a la comunidad se planteó desde su inicio. Pensamos un dispositivo acotado a algunas pocas entrevistas -sin determinar cuántas, para que cada caso lo determinara- y a la vez establecimos la gratuidad del dispositivo. Era también un elemento diferencial para la oferta.
Esto se pensó en tanto necesidad de sostener y afirmar la “utilidad pública” del psicoanálisis amarrado a la transferencia misma, frente a la masiva afectación de los lazos que se presentaba junto a la concomitante interrupción o reducción a nivel global de la prácticas asistenciales sanitarias.
CE: Mencionaste que cada practicante fue invitado y cada uno decidía si se sumaba o no. ¿Podrías comentarnos un poco más sobre esto?
CL: Cada practicante debía consentir a ese trabajo, a un trabajo inédito, a un trabajo que iba a exigir algo inventivo y una elaboración colectiva que aún está en proceso, que nos está dejando saldos de saber importantísimos respecto a lo preliminar de la transferencia. A eso preliminar que hay que establecer, cada vez, con la transferencia.
El eje primordial que pusimos al trabajo fue el “…de la emergencia generalizada a la urgencia subjetiva”. Se trataba de, en ese encuentro acotado a unas pocas entrevistas, producir una localización, una especie de acotamiento, en algunos momentos de corte. El analista practicante en una posición de separador, con la función de separación sobre esa inercia del goce.
Transferencia y acto se ponían en articulación y exigieron ductilidad, de destrezas nuevas, ya que en el consultorio la temporalidad es distinta, no está tan impregnado de la cuestión de la urgencia misma. Había ese sesgo, algo urgente empujaba.
CE: ¿Cuál fue la función de los Admisores en este dispositivo?
CL: Diría que esa instancia es fundamental. En este dispositivo puntual pudimos corroborar que la Entrevista de Admisión era muy importante. Algunas veces se hacía más de una entrevista para determinar si ese sujeto podría servirse de ese dispositivo. El analista admisor es quien tiene esa herramienta de una escucha inmediata, de una intervención precisa, en tiempo y forma, hecha a la medida de ese caso; un estar despierto, presto permanentemente para operar ahí y decidir si ese paciente puede ser derivado o no a este dispositivo.
CE: ¿La propuesta de la atención virtual se realizaba por videollamada, por teléfono, lo elegía el paciente o lo decidía el admisor?
CL: Está buena la pregunta porque lo que zanja, lo que va surcando eso preliminar al encuentro, tiene que ver con el objeto de cada uno. Entonces, es eso lo que se intentaba poder precisar, inmediatamente, con esa destreza clínica que hace falta para determinar si se hacía una llamada o una videollamada. Me parece que eso roza la clínica del objeto, que es la que a nosotros nos diferencia de la otra clínica, del sentido, del universal. Esta es la clínica que nos permite hacer la lectura del uno por uno, de cómo cada uno se enlaza al objeto y cómo eso produce una particular satisfacción.
CE: El Área Clínica del Instituto debió repensar la atención clínica de los pacientes que ya estaban en tratamiento, y también de las nuevas consultas, todas debieron pasar a realizarse bajo la modalidad virtual. ¿En qué se diferencia del Dispositivo de Atención en Emergencia? ¿Cómo pensaron la urgencia en este marco de la pandemia?
CL: El dispositivo del Área Clínica se transformó en virtual en ese momento, y tuvimos rápidamente que reacomodarnos a la tele-asistencia y a las medidas sanitarias que se iban implementando y, por supuesto, se siguió atendiendo a los pacientes que estaban ya en tratamiento bajo estas condiciones.
Aún seguimos haciendo lecturas de este dispositivo en las conversaciones clínicas que tuvieron lugar en el Área.
“El aislamiento social, potenció en ciertos casos la aparición de rivalidades imaginarias o cercanías inquietantes, precipitando una vía para la demanda.
Contando con la dimensión temporal del dispositivo, la transferencia en la emergencia se presentó como un interrogante, nos puso al trabajo para precisar en la singularidad de cada caso, el lugar del partenaire conveniente.
Recibimos sujetos tomados por la prisa, la aceleración de la urgencia. Sin responder a la demanda de dar respuestas rápidas,
la operación analítica se orientó a intentar introducir una dimensión temporal otra, un tiempo de comprender para hacer surgir el decir del sujeto.
Intentar ubicar el real en juego y el quiebre de la homeostasis defensiva al momento de la consulta, posibilitó en algunos casos, mediante el acercamiento subjetivo a través de la palabra, el pasaje de la emergencia a la urgencia subjetiva.”
Ateneo Clínico formado por: Estela Carrera (Coordinadora), Pablo Puentes, Gloria Casado, Virginia Cura y Milagros Rodriguez
Pudimos ubicar, por ejemplo, los signos discretos de la transferencia, cómo se esbozaba eso en algunos sujetos, que por ejemplo en pocas entrevistas algo se acotaba, en sujetos que no estaban interesados en un tratamiento, sino que justamente había fenómenos que aparecieron en este nuevo contexto que habían invadido de manera intempestiva sus vidas. Angustia, pesadillas, fenómenos de cuerpo, fenómenos inhibitorios en el lazo, una disrupción del lazo generalizada fueron algunos elementos comunes que se encontraron. Para otros, que tenían algún lazo sólidamente armado, eso se había visto conmovido, perturbado, interrumpido. Otros que se manejaban con cierta cotidianeidad con la soledad; se vieron también conmovidos cuando esa soledad se volvió una exigencia del Otro, es decir, cuando fue el Otro el que la determinó, haciendo resonar algo de una voluntad del Otro, que antes no estaba, dejando aparecer variedades de síntomas de angustia y de perturbación.
CE: Frente a esta respuesta de los sujetos a la pandemia, ¿cuál fue la especificidad de la respuesta del Ciec?
CL: Era un momento de urgencia social y mundial, un momento que se prestaba para elaboraciones colectivas. Un momento que podía virar rápidamente a cerrar con el sentido… “todos hacemos lo mismo, a todos nos pasa más o menos lo mismo”. Muchas veces frente al traumatismo, el sentido colectivo es una de las salidas.
El psicoanálisis justamente da vuelta ese paradigma. En tanto envés del discurso del amo ubica la posibilidad de leer el trauma más del lado de cómo cada sujeto se encuentra absolutamente afectado de una manera muy singular. Diría que fue la posibilidad de poner en acto también la lectura que hace el psicoanálisis del trauma, desde la perspectiva de cómo el sujeto puede afectarse, puede estar atravesado por diferentes acontecimientos sin que eso caiga siempre del lado del sentido común sino de lo más singular para cada uno. Creo que esa fue la enseñanza, extraer un significante, una significación que a ese sujeto le servía para acotar ese momento, y hasta a algunos poder nominar ese real, poder materializar algo de esa reconfiguración de tiempo y espacio. Introducir la lectura del síntoma orientada en lo real ha sido un principio en el Dispositivo de Emergencia. como en cualquier otro tipo de intervención que el psicoanálisis realiza.
CE: Una variable que se pensó para este dispositivo de urgencia es que sea gratuito. Teniendo en cuenta el lugar del dinero en la práctica del psicoanálisis, tal como lo trabajamos en el número anterior de La Lúnula, ¿qué ha llevado a decidir que no sea pago? ¿Y cuál es la diferencia con otras propuestas de atención que también surgieron de manera gratuita?
CL: El Ciec se inscribe, como otros espacios de atención clínica, en el circuito socioeconómico de nuestra ciudad. Pero teníamos que contemplar que era un momento crítico, un momento de interrupción en las labores y rutinas de la sociedad en general y que, bajo esta perspectiva, era necesario un dispositivo gratuito pero acotado, que eventualmente pudiera tener o una salida resolutiva más inmediata o embragar hacia un ingreso al Área Clínica. Era estar a la altura de la situación socioeconómica que estábamos atravesando.
“Respecto al Dispositivo de Emergencia, creo que un punto que se verifica, como saldo de saber, es la fuerte inserción del Ciec y su área clínica en el medio social de nuestra ciudad, las admisiones fueron recibidas desde diversos sitios de nuestra ciudad, y de otras provincias también, y más precisamente se verifica el lugar del área clínica como dispositivo de referencia que recibe, desde hace tiempo, casos graves y en situaciones de urgencia. Por otro lado, esto mismo se transformó en una dificultad, ya que muchos de esos casos debieron ser remitidos a instituciones psiquiátricas con servicios de guardia e internación,
lo que en los primeros meses de cuarentena fue particularmente complicado, ya que casi todas las instituciones se vieron comprometidas en su funcionamiento. La rápida y ágil respuesta del Ciec, generando el Dispositivo de Emergencia, no fue la norma en nuestra ciudad, y ese desfase fue una seria dificultad para nuestro trabajo en los primeros meses de la pandemia.”
Fue pensado sin desconocer que se jugaba, en esa gratuidad, también la economía libidinal de cado uno de los que formalizaban esa demanda al dispositivo. En la mayoría de los casos pudimos leer cómo la economía libidinal se jugaba y emergía en esas pocas entrevistas. Hizo falta que la escucha analítica se inyectara ahí para que se produjera algo de la decantación del goce de cada uno. Es decir que la ética del psicoanálisis jugó permanentemente, los principios del acto analítico estaban ordenando. Y la verdad es que no fue un obstáculo eso. Al contrario, fue una enseñanza sobre cómo, a partir de ese encuentro que no tenía las variables comunes que le inscribimos en el encuentro con un paciente, podía luego inscribirse según cada uno de los casos.
CE: A unos meses de haber iniciado esta propuesta ¿qué saldos de saber van relevando de la experiencia? ¿Con qué obstáculos se han ido encontrando?
CL: Creo que uno de los obstáculos que se presentó, que pudimos leer, fue que los practicantes entraban en una pseudo-urgencia por querer favorecer una salida en esas pocas entrevistas. Por formalizar un cierre de este corto trayecto y decidir o una salida conclusiva o una continuidad al área clínica. Y no se trataba tampoco de la voluntad de pasarlo al Área. Se trataba en cada caso de detalles discursivos en los que al sujeto, en el encuentro con el practicante, le acontece algo, algo de un hallazgo. Y les diría que algo del acontecimiento del cuerpo también. Algo de lo que en el cuerpo no estaba registrado, y empiezan a registrar estos fenómenos al ser alojados por una palabra, una escucha, de alguien que permanecía y le daba una seriedad a eso.
CE: Es interesante lo que vos traías al principio, de lo paradojal, lo herético, en la práctica del psicoanálisis. Porque el Instituto enseguida toma el lugar de hacer una lectura de lo que ocurre en lo social, pero a la vez vos contabas de una lectura sintomática de lo que acontecía. Entonces, el trauma para el psicoanálisis no desconoce lo social pero siempre conserva ese aspecto singular.
CL: Me parece que eso ordenó nuestra lectura, ordenó la performance misma que tomó el dispositivo.
Había un entusiasmo de los que estábamos ahí poniéndonos al trabajo inventando dispositivos nuevos, reconociendo la utilidad del discurso analítico, poniéndolo a prueba y después verificándolo. Es como lo dice Lacan, creo que en el Seminario 8 La transferencia, que es elevar la transferencia a la dignidad del encuentro.
Realmente era un espacio en donde el practicante tenía que estar permanentemente en un vacío de saber, despegándose de lo que había construido de saldo de saber de otra experiencia. Y volviéndose a disponer para el próximo encuentro. Se trataba de un encuentro al estilo de una conversación. Una conversación es algo que uno no sabe de antemano hacia dónde va, se destituye el lugar del saber. Había algo así en ese primer encuentro, algo del orden de esa disposición a la conversación.
CE: En relación a la presencia del analista ¿han captado detalles clínicos, diferencias, en el pasar de lo presencial a la atención virtual?
CL: La presencia del analista trasciende el encuentro imaginario. La presencia del analista, yo creo, ha permanecido en la atención del Área Clínica, que es la presencia del discurso analítico, la presencia del deseo del analista. Porque en cada practicante, si algo se corroboró, es que el deseo del analista estaba allí, estaba encarnado en esa disposición a que algo se produjera. Me parece que esa presencia ha estado aun en lo virtual. La presencia del analista es lo que se ha tratado de sostener como principio de acción. Ahora hemos vuelto a utilizar los consultorios parcialmente y hemos empezado a leer que muchos casos requieren la vuelta del encuentro en el marco de la institución, en el encuentro temporal, espacial y corporal. Pero yo creo que la presencia del analista no está determinada por el imaginario del cuerpo del analista. Es una condición que a veces es muy necesaria para algunos casos, a veces imprescindible, pero la escucha analítica puede hacerse presente, sostener y volverse partenaire de esa cura bajo ese principio, presencia del analista, que no tiene que ver sólo con lo imaginario sino con una enunciación encarnada.
“La emergencia de lo singular o ᴲ!x ( lo incomparable)1Miller, Jacques-Alain, Sutilezas Analíticas- Pág. 102- Edit. Paidós. Bs As 2011
En este tiempo de emergencia, donde lo que urge emerge sin ropaje y exige una ayuda más que perentoria, el practicante también es sorprendido por el acontecimiento y debe echar mano a “cómo actuar con el propio ser”2 Lacan, Jacques. La Dirección de la Cura y los principios de su poder. Pág. 592- Siglo XXI editores.1966 y a la “emergencia de lo singular”3Miller, Jacques-Alain. Op.cit. a la que ha arribado en su propia experiencia de análisis.
Es por esto que voy hablar del lado de la posición del practicante: hay algo que es equívoco a la emergencia y es lo que emerge, no desde el lugar llamado a ocupar al practicante como objeto a sino la posición que permitirá representar el semblante del traumatismo, del acontecimiento corporal de cada parlêtre encallado en la arena.
El practicante para hacerle lugar a lo traumático de cada analizante o parlêtre que lo necesite tendrá que sacrificar mucho para merecer ser tomado por un trozo de real.
En la clínica escuchamos pacientes que sueñan con el padre, en algunos casos, ese pater- familia ya no está presente, el soñante trata de salir de la angustia ante este real interrogando al Inconsciente para escuchar, aunque en sueños una salida, el padre no responde, los sujetos se despiertan.
“Es el Nombre del Padre el operador que permitía al goce adquirir sentido”, el Inconsciente interpreta que ya no es tiempo de la corona del padre, este desciframiento ha encontrado un tope, un punto final, al lado de eso está lo que no le habla a nadie, lo singular: el sinthome, como lo incomparable, y es de esto que nos servimos.
El sinthome es la tautología de lo singular y Lo singular es como tal lo incomparable.
Estos dos recortes que siempre me hicieron pregunta hoy encuentran un lugar.”
CE: El tema que nos convoca en este número de la revista aborda el asunto de cómo las palabras toman los cuerpos hoy, siendo la práctica del psicoanálisis una experiencia de la palabra que incluye al cuerpo de diferentes maneras… ¿qué nos enseña sobre la relación del cuerpo y las palabras este Dispositivo de Atención en Emergencia?
CL: Tanto el cuerpo como las palabras son indicadores diagnósticos, es donde nosotros nos apoyamos, nos focalizamos para hacer una lectura de cómo ese sujeto funciona sintomáticamente. Las manifestaciones que se han presentado tanto bajo este dispositivo como en las consultas en general, tiene que ver con afectaciones donde el cuerpo y las palabras se articulan de una manera o no, o se desarticulan, se desanudan. Entonces, anudamiento y desanudamiento entre palabra y cuerpo es un elemento diagnóstico. Es un elemento que nos permite a nosotros despuntar cómo ese sujeto se inscribe en el lazo, cómo puede inscribirse del lado de la vida o cómo puede desparramarse en el torrente del goce. Los fenómenos que hemos pesquisado y que hemos ubicado tienen que ver con la inhibición, el síntoma, la angustia, que son fenómenos que están atravesando el cuerpo, muchas veces en silencio.
CE: Decías que en ese breve tiempo en el dispositivo, el poder localizar algún significante que nombre algo de lo que a ese sujeto le acontece, produjo en muchos casos la posibilidad de salir del dispositivo de otra manera de cómo se entró. Los significantes que pueda decir ese consultante y que el practicante lo pone de relieve, o le da su relevancia, puede permitir una salida, agarrarse de algún nombre que le permita hacer algo con eso.
CL: Creo que esos son sobre todo nuestros instrumentos para cernir algo de lo más singular. Y ubicar que tanto el cuerpo como las palabras, diría la sustancia gozante y la sustancia significante, que se entrecruzan, se anudan y se desanudan, son algo que está permanentemente allí como una vara de lectura en nuestra clínica.
Poder nombrar, singularizar un significante, poder ligarlo y que se empiece a registrar, eso alivia, acota rápidamente el sufrimiento. Pero sobre todo la práctica sobre la escritura que hace el psicoanálisis. Esa es una herramienta, un instrumento que no se encuentra en cualquier práctica. Es un asunto de lectura, de cernir la escritura de la letra de goce, bordear, tocar, reducir algo de ese eco gozoso, efecto de esa escritura. Y esa escritura se trata de abordarla, reducirla, recortarla, precisarla, bordearla, a partir de sus efectos en el decir y en el cuerpo.
CE: Eso es lo que nos permite decir que somos una práctica de la escucha pero fundamentalmente una práctica de lectura.
CL: Si creo que eso hay que resaltar, porque en cada uno de los detalles clínicos con los que nos hemos encontrado, había esa orientación. Poder hacer una práctica de la lectura del síntoma. De la lectura de esa letra que puede estar desanudada del cuerpo. Por eso digo que es para mí un indicador clínico.
CE: Tomando lo de la letra me preguntaba, es una duda, si sería la marca inaugural del sujeto, entre el significante y el cuerpo ¿A eso te referís con la letra?
CL: Diría que eso es muy difícil pensar que se escucha de entrada. Pero sí se escucha la resonancia, los ecos en el decir y, sobre todo, por fuera del sentido. Eso que no va por la vía de insuflar más sentido al discurso, sino al contrario. Ese despegue del sentido, en esa hiancia, en esa intromisión de los acontecimientos de cuerpo, del fuera de sentido que se presenta misteriosamente para cada ser hablante.
- 1Miller, Jacques-Alain, Sutilezas Analíticas- Pág. 102- Edit. Paidós. Bs As 2011
- 2Lacan, Jacques. La Dirección de la Cura y los principios de su poder. Pág. 592- Siglo XXI editores.1966
- 3Miller, Jacques-Alain. Op.cit.