Era el verano en cuyo final cumpliría 6 años. Me gustaban las mujeres. No las niñas sino las mujeres. Mostraba un enorme interés por su cuerpo. Aprovechaba todas las ocasiones que podía para saber sobre ellas apoyándome en la pulsión escópica.
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Era el verano en cuyo final cumpliría 6 años. Me gustaban las mujeres. No las niñas sino las mujeres. Mostraba un enorme interés por su cuerpo. Aprovechaba todas las ocasiones que podía para saber sobre ellas apoyándome en la pulsión escópica.
La envidia es una mirada amarga, que deja al sujeto descompuesto y le produce el efecto de una ponzoña… No se envidia tanto lo que posee el envidiado, sino la imagen que el envidiado proyecta como poseedor de ese bien. Odio al envidiado por no poder ser como él. Odio también a sí mismo por ser como es.