La niña, en silencio se chupa el dedo. El padre de otra niña la interroga: ¿está rico el dedo? Inmediatamente surge el sentimiento de vergüenza, saca el dedo de su boca y el síntoma se desplaza. No surge la culpa, sí la vergüenza. Es la mirada de un padre que produce vergüenza, pero es una mirada diferente a la mirada del padre de Freud que surge en la Acrópolis. ¿Hay hoy la mirada del padre que avergüenza?
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