Cuando se emite la voz el aliento que la sostiene crea un ritmo, una íntima melodía que es propia de cada ser. Esa melodía es un sello de identidad. Una marca. Y cada obra tiene su propio tono, que responde al estilo de su autor.
Hitler elevaba su voz en estallidos que humillaban y horadaba la falla en quien se sentía subyugado con la muestra de poder.
…el silencio es el ruido más fuerte, tal vez el más fuerte de los ruidos. Y acallar este ruido del silencio, verdadera voz áfona que habita en el ombligo más real del lenguaje, será en efecto una de las tareas mayores de la música.
… la música agujerea el duro mutismo de lo simbólico y, al precipitar ese litoral, cosquillea al cuerpo en su acto, porque no hay música sin interpelación ni parlêtre que la resista.
…¿de qué se trataría en la música? Nos encontramos finalmente con un tratamiento del objeto del goce en los márgenes del lenguaje, donde lo indecible toca lo más real como imposible de representar, pero donde se localiza también ese goce separado del cuerpo donde deberá desarrollarse la razón musical.
El romance analítico había sido hacerse escuchar, para evitar que en el silencio apareciera el agujero mudo que el objeto como semblante, vela.
Llevaba ya tres sesiones en silencio y le parecieron eternas. En la última, de esa serie se dirigió por fin al analista: -¿Por qué sigue usted insistiendo en hacerme hablar?
En muchos niños con los que hemos tenido oportunidad de trabajar, podemos verificar la dificultad que presentan para hacerse sordos a la voz… y de la impaciencia corporal frente a los efectos de significación absoluta, (¿fallida? ¿de nominación?) cuyo efecto es un afecto.
Ella habita el cuerpo y el lenguaje, sin “ser” ni lo uno ni lo otro. Es soporte de la cadena significante, y también de su evanescencia, porque ella no es sólo la materialidad que soporta las significaciones.
Puta es el nombre, impronunciable por formar parte de las palabras prohibidas, de cómo una voz se presenta a una mujer toda vez que ella se aproxima a la vida sexual.
La voz del destino equivoca también con la voz de la conciencia, y así arribamos al aporte fundamental de Lacan en lo que hace al tema del superyó: su relación con la voz.
No hay nada que demuestre mejor que no se trata de la voz en tanto auditiva. Hay una función de la voz –y es de lo que se trata exclusivamente– que está ligada a la cadena significante como tal, independientemente del acceso que se pueda tener a tal o cual sentido.
La mirada no es el ojo, no es la visión, ni tampoco la imagen. ¡Verán entonces, lo extraño que es este objeto!